Con los Barceló en Barcelona. Que viva la redundancia!!
- henrygru0
- Apr 7, 2021
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Updated: Apr 10, 2021

"Cual es el título del blog?... dime cual es?" me preguntaba Edu con insistencia, nuestro buen amigo Edu, casi desde que aterrizamos en Barcelona. "No te puedo decir" le respondía yo con algo de pedantería haciéndome el importante. Por supuesto que ya sabía cual era titulo, se me había ocurrido el mismo dia que compramos los pasajes para ir a España hace varios meses. No había ninguna razón para no decírselo, mi silencio no era más que una estrategia de mercadeo, algo de pose, una maniobra para crear algo de suspenso entre los dos o tres lectores cautivos de mi blog. "Me imagino que lo habrás cambiado con todas las cosas que han pasado" me decía de repente Edu a mitad del viaje para ver si yo, distraído, traicionaba mi voto de secreto. Yo, inamovible, le respondía sin mayores aspavientos: "no Edu, el titulo que tenia pensado esta perfecto, es el título perfecto pase lo que pase en el viaje".
La verdad es que Edu tenia algo de razón, el título pudo haber cambiado (o debió haber cambiado) a medida que avanzaba nuestro recorrido por Cataluña. Pudo haber sido: "Frío y minimalismo en el reino de los repollos", "La genitalia de Cataluña en los bosques de Rupit", "Iron Chef en la Cerdenya o de cómo el sensei y saltamontes se fueron de alta gastronomia", "Aqui se caso Hester", "Nunca hay masía en demasía", "Dios bendiga el Backgammon" o "Gambas, bla, bla, bla y aeromozas en Granoller". Todos esos titulos hubieran servido, algunos hubieran sido probablemente mas acertados, pero luego de largas reflexiones durante mi vuelo de regreso decidí mantenerme firme y no cambiarlo: "Con los Barceló en Barcelona. Que viva la redundancia!!" es el título que mejor describe una semana inolvidable con nuestros queridos e insuperables anfitriones.
Aún en recuperación de nuestra aventura andina del último verano (prueba de ello las varias unas de pie aun moradas que muy muy lentamente recuperan su semblante original), el consenso fue tomar con calma el fin de ano, escoger un destino donde hubiera camas y agua caliente, vino y confort contemporáneo. El plan acordado era llegar a Barcelona, encontrarnos con los Pinos/Barcelos y de allí salir a explorar un poco la Cataluña profunda, tal vez esquiar un poco, recibir todos juntos el 2012 rodeados de butifarras y buen vino. Aterrizamos temprano en la mañana en Barcelona y esa misma tarde fuimos a Can Turo, una masia o casa de campo que queda apenas a unos 25 minutos de la ciudad, 25 minutos que parecen miles de kilómetros por el silencio, el aire puro, el paisaje de campo, el cielo azul y la calma de Clemente y Josefina, la amable pareja filipina que nos atiende en la casa. Perfecto lugar para deshacernos del jet lag, para engavetar por unos días el ajetreo neoyorquino, no hay wi-fi ni computadora y el único reloj es uno de sol en la fachada de la masía que Edu nos advierte no le hagamos caso porque dicen va retrasado. La casa no tiene número, la calle no tiene nombre.


La construcción es de piedra y buen gusto. Tiene un patio con un pozo que aún funciona, una cava con algunos vinos de la época de Primo de Rivera, muchos árboles (la mayoría hibernando) y al costado, una pequeña capilla donde cuentan se casó el dentista de la familia. En Can Turo se crió Edu, es entretenido escuchar las historias de primos y hermanos y amigos correteando por la casa, ver fotos de antaño de cuando Barcelona era más pueblo y a Gaudí todavía no se le había ocurrido comenzar la Sagrada Familia. Estamos todos contentos, aún más contentos cuando nos dan la noticia de que Ana y Edu van a tener un bebé a finales de junio.

Hace unos meses en Perú Edu me reto a jugar backgammon y, sorprendentemente, perdió. Edu, cuentan sus hermanos, le ganó cuando era niño al campeón de Francia. A partir de allí nace el mito de su invencibilidad, de su destreza inigualable con los dados, de sus dones de backgamonero. Habíamos apostado, tal vez para asegurar que nos veríamos pronto, un almuerzo completo en un buen restaurante español. El mito se hizo añicos. Edu, que honra su palabra, nos invitó el miércoles a comer al Hispania, un maravilloso restaurante que, atendido por dos infatigables hermanas, cumple 60 años de fundado. Una ellas, bien vestida con un broche en el pecho que le regaló "el general laureado más joven de España", nos recitó la carta. Al rato estabamos rodeados de pulpitos, calamares, pez de San Pedro, croquetas y las alcachofas de estación. Todo acompañado del vino blanco de rigor. Se trata en realidad de un muy largo y maravilloso almuerzo que comenzó hace meses y amenaza con nunca terminar; el del Hispania no fue sino la continuación de aquel otro maravilloso almuerzo con Ana y Edu en Palafrugell, en la Costa Brava tambien cerca del mar en abril; era la misma sobremesa del último almuerzo en Lima en El Mercado; la antesala sin duda de una cadena infinita de comidas aqui, alla, y aculla.

Al dia siguiente mas descanso y en la noche un paseo por el pueblo de Granoller a cenar con Jordi y Cristina, los encantadores hermanos de Edu, en el único restaurante de España donde todavía se puede fumar. Al dia siguiente salimos temprano para el norte con Marcos y Mali, dos queridos amigos de Miami (ya catalanes para todos los efectos prácticos), camino a los Pirineos. Todo en Cataluña es cerca; poco más de una hora, algunas curvas y llegamos a Rupit, un pueblo de 400 habitantes abrazado a la montaña que fue fundado casi sin querer por allá por el ano 1000. Otros pueblos crecieron, Rupit no. De allí que haya mantenido la atmósfera medieval y el encanto de otras épocas. La historia del pueblo y la zona la escuchamos de Gerard, un simpático guía que nos llevó en su 4x4 a recorrer algo de montana. Nos habló de la iglesia, del secreto para curar las paperas y de los carboneros que vivían escondidos en el bosque, nos mostró los rastros que dejan en la tierra los hambrientos jabalíes y nos contó del Silurus, un pez inmenso y aún más goloso que los jabalíes que llegó de Asia para quedarse. De todas las historias la que capturó más nuestra imaginación, al menos la de Edu, Marcos y la mía, fue la de la curiosa formación rocosa que los locales llaman cariñosamente el "pezón" de Cataluña.

La próxima parada en nuestro viaje fue el pueblo de Olot. Teníamos reservaciones en un pequeño hotel/restaurant llamado Les Cols (Los Repollos), un lugar con mucha personalidad y dos estrellas Michelin www.lescols.com/. El hotel, inspirado en el tema volcánico de la región, es de estilo minimalista. El lobby es de paredes negras y suelo de piedras del mismo color, los corredores son cilindros verdes de distintos tamaños -verde metálico-, las habitaciones (o "pabellones" como los llaman ellos) son cubos transparentes sin muebles (solo un colchón), en el baño un jacuzzi, una ducha caliente y un lavamanos que se prende por telepatía. En el cuarto muy poca luz; apenas una pequeña lámpara (una luciérnaga) y miles de estrellas que se asoman fisgonas a través del techo de vidrio. El suelo es frío, la sensación es de aislamiento y reposo, una experiencia de budismo post-industrial.
La última parada de nuestro viaje fue en la Cerdanya al norte en el rincón donde se entrecruzan España, Francia y el Principado de Andorra. Se ven las montañas a lo lejos, las mismas que cruzaron caminando a escondidas mi mamá y mis abuelos en 1941 escapándose de los Nazis. Hoy, que las fronteras son invisibles, cuesta imaginarlos asustados caminando de noche con mi mama bebe entrando ilegales a España (donde metieron preso a mi abuelo).
Nos quedamos todos en una casa en una de las laderas de un valle muy grande. Desde la terraza todas las nubes y mucho cielo; azul intenso, a veces naranja al caer la tarde. Fueron días de paseo y descanso, de ocio y largas conversaciones, de historias y cuentos, de risas y boberias. En Bolvir, donde queda la casa, nos encontramos con Mia y Popi, los hermanos de Ana, simpáticos y siempre de buen humor (ya totalmente curados del malestar que días antes los hizo sentir "malal").
Edu, Marcos y yo nos fuimos a esquiar en el Principado la mañana del 31. Nos lanzamos pista abajo, ellos con glamour y yo con mi estilo tropical, disfrutando del frío y de la nieve. Al final de nuestra sesión de esquí una pizza en el restaurante menos pintoresco de la poca pintoresca Andorra. Esa tarde cocinamos todos bajo la coreografía de Marcos: Edu, al son del whisky, cuidando las brasas; yo abriendo (con maestría) las botellas de vino (puro vino catalán del mejor); Ana y Vanessa picando y cortando cual samurais; Mali asistiendo a Marcos orgullosa de su inolvidable flan. Sensei y Saltamontes atendiendo con mucho cuidado las cebollas al fuego. Turrón, butifarras, queso manchego, dulce de membrillo, sopa (la fabulosa CreMIA) y buen ratatouille. Comimos estupendo mientras leiamos (en catalan) la descripcion de cada uno de los vinos que degustabamos. Con las campanadas uvas, máscaras, trompetas, confetis y sombreros, labios postizos y muchos besos. Victor y Rosalía, los amigos de los Pinos, celebrando con nosotros. Vanessa espectacularmente bella. Esa noche bingo y password con una lluvia de premios que compraron los Pinos, algunas resoluciones secretas, abrazos, emocionados todos con el nuevo bebe Barcelo (Rupito le decían algunos, Paco, Claudio.....se escuchan sugerencias).
No podía comenzar mejor el 2012. El mismísimo 1 de enero volvi a vengar al campeón francés. La nueva temporada de backgammon promete ser aún mejor que las anteriores. Edu ya hace las reservaciones para invitarnos al restaurante de un amigo suyo en Manhattan. Nosotros felices de volverlos a ver pronto. Romera parece que se llama el lugar: http://www.romeranewyork.com/ . Como se llamara el blog de ese nuevo viaje? Se pregunta Edu. Ya tengo el titulo, se me ocurrió ayer y es perfecto. Lamentablemente todavía no te lo puedo decir.

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